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Amora

50

Una estrella

Una estrella

En el cielo estrellado

Una estrella brilla más

Es la estrella que te falta

Es la estrella que no está

 

Con su brillo vibras,

No dejas de pensar

Sueñas con su belleza

Con tus recuerdos

Que no quieres olvidar

 

Impotencia y rabia sientes

Ya no puedes ni gritar

Tanto dolor acumulado

No te deja reflexionar

 

Reaccionas y la llamas

Ven mi estrella

Deja que te vea pasar

La vida sigue

Déjame caminar

No dudes, en mí seguirás

Acompáñame Y ayúdame

A buscar mi nuevo lugar

 

Amora

 

 

Lo bueno si breve

Lo bueno si breve

Lo bueno si breve, sabio dicho como tantos existentes, pero que difícil cumplirlo a veces, sobre todo cuando algo te gusta en demasía o encuentras un momento mas especial que otros, y ¡¡¡ como no!!! si estás con alguien realmente importante.

En una ocasión alguien me dijo que al ser niño recibía cachitos chiquitos de una deliciosa tarta que su abuela elaboraba y siempre quedándose con ganas de más protestaba, a lo que su abuela le decía por toda explicación, si os doy menos, al querer más siempre volveréis y tendré la gran satisfacción de veros de nuevo. Abuela sabia pues en su ser y deseo estaba ver a sus nietos y con su actitud seguiría recibiendo sus visitas.

Pero es difícil saber donde esta la medida exacta pues no estamos acostumbrados a dejar de hacer algo que nos gusta cuando con ello disfrutamos si forma parte de nosotros, si por ello recibimos una alegría distinta y nos cuesta en ciertos momentos poner en marcha nuestra razón o algo de inteligencia para saber donde está el punto de corte y así poder seguir recibiendo lo mismo cada día y si es posible con más alegría.                                 

Difícil es también controlarse cuando compartes algo con los demás, algo que te llena, por lo que sientes, que si en pequeñas dosis sería más apetecible, sin llegar a molestar, haces lo que deseas y no te das cuenta de más.

Si comes mucho turrón te puedes empalagar, pero si te encanta tal dulce nunca lo notarás.

¡Que maravilla sería saber dosificar tu turrón de cada día.!

Amora.

Tengo un amigo ...

Tengo un amigo ...

Tengo un amigo que es especial

Yo soy su musa

Y él... él es alguien fuera de lo normal

Quiso la vida darle otra forma de sentir

Le nacía dentro y no sabia como seguir

La sociedad no lo comprendería

Es más lo señalaría y apartaría

Alegando ser un extraño ser

De pensamientos y gustos confusos

Por no querer los demás entender

 

Mi amigo es leal, honesto y sincero

Lleno de sensibilidad

Sabe lo que necesito y lo que quiero

Y me habla con tranquilidad

Soy su desahogo, su confidente

Su hombro, su querida amiga

Siempre con una palabra amable me saluda

Si estoy ocupada lo comprende y se aleja

Quiere que yo este cómoda y feliz

Ya sea con él o sin él

 

Nuestra amistad no tiene escondites

Ni tabúes, ni secretos

Es una amistad limpia

Damos y recibimos la misma sinceridad

Comentamos todo tipo de sueños y deseos

Él me pide consejo

Yo encantada le explico

Tantos detalles femeninos

Que a él se le escapan

Quiere y necesita saber

 

Tiene muchos amigos

Es persona respetable

Yo le respeto y guardo su secreto

Es su vida y tiene derecho a protegerse

Aunque yo creo que no muy tarde su secreto no será secreto

Pues estamos avanzando poco a poco en esta sociedad

Aprendiendo con la aceptación de todo aquel

Que sin sentir ni pensar como uno mismo

Tiene tanto derecho a no ser señalado ni pisoteado

Y si no comprendido al menos si respetado y aceptado

 

Amora.

Abanico

Abanico

Rojo intenso como su sentir, desde niña acariciaba al viento con su suave ir y devenir de su mano, meciéndolo, moviéndolo, saludando sus atardeceres a la puerta de su casa. Era un verano caluroso, ella y su abanico inseparables compañeros, quienes la saludaban, admiraban su abanico tan bonito, tan cuidado.

 

Habían pasado varias décadas y su abanico no había perdido su color, era el color interior de ella que seguía siendo su fiel compañero en su sentir. Mucho había sufrido por convicciones seguras a un color que vida le dieron, educación, saber estar y un transmitir de lo natural dentro de la libertad. Pero tal color no fue entendido durante mucho tiempo aunque ella nunca escondió su abanico, siendo fuerte y luchadora siguió recibiendo sus aires de libertad, no siempre en el mismo lugar, tuvo que viajar, no huyendo pero si salvando su pensamiento, abanico y color.

 

Cuando pudo regresar sintió una emoción sin igual llegando a compartir sus ideales y abanico con un sin fin de sentimientos y recuerdos. Felizmente pudo por fin compartir toda una vida con su adorado color.

 

Amora.

Mi Maestro

Mi Maestro

Hacía muchos meses que no escribía en mi blog. Hoy pensaba en ello y pensaba también en mi Maestro, así pues reanudo mis escritos recordando a alguien muy especial...

Mi Maestro ...

 

Inicio de los años 60, en una escuela privada, era una casa grandísima con distintas habitaciones a modo de clases, Allí fuimos mis hermanas, hermano, y yo durante unos años hasta continuar en el Instituto.

Nuestro Maestro, D. Pablo, fue toda una leyenda en el pueblo, muy querido por unos, muy detestado por otros, pero él supo hacer de su forma de ser un arte al enseñar, al transmitir y al querer.

No era Maestro, nunca supimos que fue, eso sí, muy inteligente, culto, y con unas ideas entrañables y excelentes que nos hacia llegar a través de su simpatía y amistad. Llegó al pueblo con su esposa y dos hijos, procedentes del Norte, la esposa era la Maestra, pero solo ejerció al principio, llevando luego Él todo aquel alboroto. D. Pablo no era D. Pablo, podía ser Pedro, Antonio o José, llegó a mi pueblo huyendo, habiendo cambiado su identidad, pero solo su nombre cambió para poder vivir en libertad.

Los primeros años de colegio fueron tranquilos, pero llegó el momento que alguien se enteró de su identidad falsa, y que al ser anarquista o comunista, muchos pensares de pueblo con miedo y sin saber, sacaron a sus hijos de la escuela pensando seria lo mejor, Con D. Pablo nos quedamos muy poquitos, y durante un año o dos, dábamos clases todos juntos de todas las edades, sin llenar ni siquiera una sala de la escuela.

D. Pablo nos tomo un cariño especial a mis hermanos y a mí, nunca faltamos a la escuela, éramos felices con él, aprendimos de todo un poco, no solo de los libros sino de su sabiduría también. A modo de juegos nos enseñaba los grandes valores de la vida, nos explicaba la importancia de la libertad, el respeto y el saber estar, diciendo en todo momento que nunca debíamos dejarnos dominar por el egoísmo, la envidia o los celos, que nada bueno nos traería aquello.

Yo lo recuerdo con mucho cariño, mucho de lo que hay en mi se lo debo a el. Tuve suerte en mi infancia con mi familia y con él. Tal vez por ello soy como soy y feliz me siento por ello.

Dentro de mi poquito saber, también me dedico a la Enseñanza y en mi modo de enseñar, Mi Querido D. Pablo tiene mucho que ver.

Desde aquí a D. Pablo y a muchos como él quiero dar las gracias por haberme enseñado a sentir, pensar y vivir en LIBERTAD.

 

Amora.

Creo en ti

Creo en ti

Creo en ti

En la sinceridad de tus palabras

En tu sonrisa cuando me lees

En tu necesidad de ser escuchado y querido

Creo en ti y nada me importa tu pasado

Tu pasado es parte de tu vida, no de la mía

Tu pasado te pertenece y te ha llevado a tu presente

Creo en ti desde hace días, en el día a día

Creo en ti y junto a ti si así lo precisas caminaré

Tendrás unos oídos que te escuchen

Unos labios que besen alguna que otra lágrima caída

Unos ojos comprensivos donde poder mirarte

Unas manos donde poder entrelazar las tuyas

Un hombro donde poder apoyarte

Y sin hablarme escuchar mis palabras tranquilizantes

Creo en ti sabiendo que tú necesitas que alguien crea en ti

Creo en ti queriendo creer en ti.

Amora.

La máquina de aparar

La máquina de aparar

 Eran los años de la guerra y mi abuela cosía las botas para el bando republicano de la contienda, que a su vez un vecino amigo, las acababa dándole la forma dentro de la horma y así cada mañana salían en un carro a venderlas y comprar comida. 

Durante el día viajando, por la noche trabajando. Habían noches, mi abuela me contaba, que aparando los zapatos se quedaba dormida encima de su adorada maquina, que gracias a ella tenía la comida asegurada, ya de madrugada se despertaba, se preparaba un poco de malta para despejarse y vuelta a trabajar mientras sus hijos dormían.

Los años posteriores a la guerra aquella maquina de aparar no dejó de trabajar. Era el símbolo de unos años críticos que gracias a su trabajo y la disposición de mi abuela pudieron pasar, solamente pasar, buscando otros mejores, siempre con la esperanza por delante y dando gracias siempre a la vieja máquina de aparar que fue una gran compañera, además de gran ayuda para mi abuela.  

Amora. 

La lonja de las frutas

La lonja de las frutas

Mi tío era el conserje de la lonja de las frutas de mi pueblo. En aquel lugar tan grande edificaron una casa para él y su familia, así podía controlarlo todo de una forma más directa. Los camiones a media tarde llegaban, descargaban, pesaban sus frutas y hortalizas y las guardaban en aquel recinto esperando al mercado del día siguiente.

  

Allí, una perra pastor aleman preciosa guardaba todo aquello y jugaba con nosotros, los pequeños.

  

En una ocasión, en medio de tan grande lugar, se colocaron unos taburetes con unas grandes maderas sobre ellos a modo de mesa larga sin fin, en unos barreños grandes colocaron infinidad de cervezas y cocacolas con barras de hielo troceadas con un martillo que un gran camión trajera.

  

Seguidamente toda clase de manjares del momento para una gran celebración, era el día de mi primera comunión. Mientras todo esto se preparaba yo dentro de la iglesia con muchisimos niños muerta de hambre, pues no podíamos desayunar hasta recibir la comunión y con un lirio en la mano que iba muriendo casi como yo.

  

Por fin acabó aquello y calle arriba al gran convite familiar. Una vez allí y después de ser el centro de atención de la familia, fui a dar una vuelta en busca de mis queridisimos tomates, me encantaban.

  

Vestida con un traje de monjita sencillo para tal ocasión, me subí en un saco de tomates y felizmente comencé a comer, uno tras otro, ya mi vestido no era blanco, era rojo a tono con todo mi ser.  

  

Cuando la familia se dio cuenta que yo no estaba en la mesa fueron a buscarme, temían lo peor, imaginaban que estaría con los tomates y después de una gran reprimenda me dejaron en ropa interior ante todos los asistentes, para poder lavar aquel desastre que yo había montado.

  

Tampoco me riñeron mucho que yo recuerde, pues aquello trajo una gran carcajada general.

  

Y como siempre se ha dicho, aquel día fue muy importante para mí, uno de mis más felices días.

Amora

La Familia llega por Navidad

La Familia llega por Navidad

La familia llega por Navidad 

Maravilla de maravillas

¡Llega la Navidad!

Con ello la familiaQue lejos de ti está

Preparativos al gusto

Emoción y cariño en cada detalle

Todo pensado para agradar y dar

La casa se transforma

Hay que dar posada a los que vendrán

Buscando sabanas, mantas y colchas

¡Cuantas camas por preparar!

Suena la música temprana

Que ayuda a trabajar

Pero no importa tanto trabajo

No es trabajo si en ello pones tu ilusión,

Alegría y satisfacción

Colocando con gusto cada detalle

Para compartir con el corazón

El sonido de la cafetera te saluda,

Café y sonrisa para despertar

El teléfono también actúa…

¡Buenos días!¿No han llegado???

¡Cuanto tardan!¿Donde estarán?

¿Se les habrá olvidado que ya es Navidad?

Suena el timbre de la puerta

Happy empieza a ladrar

Ha llegado mi gran fiesta

¡Ha llegado Mi Navidad! 

Amora

Gramola

Gramola

Mi padre, gran amante de la música y de las noticias, siempre que podía compraba nuevos aparatos de radio, hasta que un día, en un establecimiento de un amigo la vio, era tan bonita, de un colorido tan suave y brillante que no dejaba de mirarla.

Cada día de camino a su trabajo se paraba en el escaparate de la tienda para observarla, hasta que decidió entrar y preguntar por su precio, que no era nada asequible a su bolsillo, pero con buena amistad del dueño y buena disposición por parte de él, arreglaron unos pagos mensuales.  

Aquella misma tarde, el transportista del pueblo se la llevó a casa, aquella noche, después de la cena nuestra gramola no dejaba de sonar, le habían regalado tres discos con la compra, dos de ellos eran los preferidos de mi padre, uno para los momentos de alegría, diversión y baile, “When the Saints go marching in,” que mi padre terminó llamando “La marchica”, que por cierto unas Navidades, cuando estábamos toda la familia reunida, hicimos sonar este disco y fue como un resorte, que nos hizo saltar de las sillas y todos a una comenzar a bailar, recordando a nuestro padre.   

Otro de los discos, era para los momentos tranquilos, escuchando una dulce música también especial para bailar abrazados, “Pequeña Flor.”   

Y el tercer disco era mi preferido, “Cachito mío.” Recuerdo que cada noche, cuando se acercaba la hora de irme a la cama, le pedía a mi padre que hiciera sonar Cachito mío, y dándome un beso, mientras yo me sentaba en su pierna, me la cantaba y me iba feliz a dormir.   

Un buen día la gramola dejó de funcionar, todavía la conservamos y estamos a la espera de que algunas manos queridas con ganas, le dedique su tiempo para hacerla funcionar, es nuestro deseo y sabemos que algún día nos deleitará de nuevo con “Pequeña Flor,” “Cachito” o con “La Marchica” que hace poco nos hizo bailar al son del recuerdo de las cosas bonitas que nunca se olvidarán.

Amora  

Biscuter

Biscuter

Nuestro primer coche familiar fue un biscuter, lo recuerdo con un gran cariño, era pequeñito, casi de juguete de un color azul intenso y en lugar de chapa, como los coches actuales, estaba fabricado de madera.

  

El día que lo trajo mi padre fue todo un festín, se llenó la calle de curiosos y niños, todos querían probarlo, dentro de él solo dos asientos y en la parte de atrás un banco largo (así lo veía yo pues era chiquita) de  madera, que estaba suelto, mi padre feliz nos dio una vuelta por el pueblo, delante mi madre con él, y detrás todos los chiquillos de la calle que pudimos entrar. Al ponerlo en marcha el banco se movía y griterío de alegría entre la chiquillería.

Un día, recuerdo que fuimos a la playa, largo camino entonces, y en una cuesta, la más pronunciada entre mi pueblo y la costa, el coche no podía subir, había que bajar rápidamente y con mucha habilidad, colocar una piedra en la rueda trasera, labor que desarrollaba mi hermano con toda rapidez, para que el coche no bajara la cuesta por el lugar equivocado y bajar al mismo tiempo todos a empujar.  

Cada viaje a la playa era una fiesta pues la historia de la piedra y empujar formaba parte del viaje y mis hermanos y yo nos divertíamos mucho, claro que yo empujaba menos porque era la chiquitina. 

Cuando llegábamos a la playa y comenzábamos a salir tanta gente de un coche tan pequeño, además de todos los tratos necesarios para pasar un día playero, tales como sombrilla, mesas, sillas, nevera con bebidas, comida, mucha comida, entonces había obsesión por la comida que no faltara nunca, los cubos y rastrillos para jugar en la arena, salvavidas(que eran ruedas grandes de neumáticos) y tantas cosas más, pues la gente se quedaba boquiabierta pensando como podía salir tanta gente y tanto trasto de un coche tan pequeño.  

 

Que bonitos recuerdos, la pena es que no conservamos ninguna foto de aquel biscuter, aunque la mejor fotografía está en nuestro recuerdo.   

 

Amora. 

Acordeón

Acordeón

Aquella noche se celebraba una vez más la victoria de tantos y tantos trabajadores que lucharon por sus ideales, se había proclamado la segunda república pocas semanas antes y Julio siempre tenía visitas cada noche.

Cuando ya sus niños dormían, sacaba una botella de tinto con unos vasitos, brindaban, bebían y cantaban al son de aquella acordeón que sonaba con alegría. Las manos que la hacían sonar eran las manos que cada día acariciaban aquella cara sonriente y luminosa de Julio, las manos de quien tanto lo amaba, eran las manos de su mujer, de su amiga, de su compañera a quien le repetía una y otra vez que tocara aquella dulce acordeón, que no dejara de tocar, y entre la música, los chatos de vino y las largas charlas casi siempre veían amanecer. 

Aquella acordeón siempre estaba dispuesta en las manos de aquella mujer para tocar a fiesta, y fiesta era cualquier día de reunión, cualquier día de camaradería, cualquier día con ganas de compartir.  

Pasaron unos años y Julio enfermó, en realidad no se sabía que tenía pues en aquellos años la medicina no tenía los suficientes medios para investigar y menos para curar, no existía la Penicilina y pasados unos meses murió, murió muy joven. 

Su mujer, aquella primera noche sin él, abrazó la acordeón pero no pudo hacerla tocar a fiesta, de la misma acordeón salio un sonido triste, el mismo sonido de su dueña y ambas lloraron, lloraron juntas hasta altas horas, juntas vieron amanecer un nuevo día y aquel día, aquella acordeón fue guardada en un baúl y ya nunca más fue tocada. 

Durante los días de guerra, aquella familia con muchas carencias iban vendiendo todo lo que tenían de algún valor, mas que vender lo cambiaban por comida, llegándole el turno a su acordeón, que fue el último recuerdo vendido, aquel día, volvieron a llorar juntas las dos y en aquel momento, Angela ya no quiso saber nada del precioso sonido de una acordeón.

Nunca más la nombró, pero si la recordaría cuando tan triste estaba y sentía cuando a fiesta tocaba.

Amora.  

El Libro

El Libro

Con el tema llamado "50" Comienzo un nuevo grupo de escritos que hace casi un año agrupé en una especie de libro

"Para quienes desean escribir y no saben como comenzar.

A modo de cuento explico que siempre hay algo que decir, sólo hay que esperar el momento oportuno, cuando las letras van tan rápidas como la imaginación o sentimiento".

Érase una vez un libro con muchas hojas, todas ellas en blanco, su cubierta preciosa de un color rojo intenso con grandes dibujos en relieve, estos dibujos eran sus grandes y admiradas amigas, las letras, que un día llegaron a él y solo se posaron en su cubierta.   

Una mañana al despertarse, sintió una gran necesidad de realizarse como libro y salió en busca de sus grandes amigas, para ello era fundamental encontrar primero una mente despejada, abierta, imaginativa y con ganas de escribir, de expresar su contenido e interior.  

Siguió caminando y en su incesante búsqueda  encontró lo que deseaba pero tal mente no estaba preparada, tenia tal cantidad de problemas que no podía expresar lo que sentía pues ante todo necesitaba una gran calma interior para dejarse llevar por su imaginación.  

El libro, feliz por haber encontrado su mente abierta, y triste por no poder conseguir lo que necesitaba, se marchó prometiendo volver, le dijo a aquella mente que cuando tuviera soluciones volvería para ayudarla. 

Amaneció un nuevo día, todo era tan sencillo para el libro que se dijo a sí mismo, "¿Cómo no lo pensé ayer? Si es tan sumamente sencillo como cada amanecer, como cada puesta de sol, los problemas, problemas son, pero para el arte y el comunicar apartarlos es lo mejor, hay que sacar lo que se lleva dentro ya sea bueno, triste, aceptable, alegre, admirable o criticable." 

Salió rápidamente y fue en busca de su mente, la rodeó suavemente con sus hojas y le dijo, "Aquí me tienes, quiero ayudarte con este abrazo para que veas con claridad, olvídate de tus tristezas y melancolías y llama a tus letras y todos juntos conseguiremos llegar a muchas otras mentes en espera de nuevos sentimientos por entregar." 

Aquella mente alegre y feliz por recibir la amistad y comprensión de su amigo el libro, salió en busca de sus letras que fácilmente encontró pues sentía un gran apoyo tras ella. 

En un lugar casi fantástico, sus amigas las letras estaban celebrando una fiesta, cantando y riendo, brindando por llegar a su destino que lo sentían cerca, muy alborotadas todas ellas se adentraron en aquella mente queriendo salir coherentes pero era tal la euforia de todas ellas que difícil era conseguir una armonía.  

El libro les dijo "Calma, hay sitio para todas, dejad que la mente os ordene y os coloque en vuestro lugar."  

Y aquella mente comenzó a escribir, llenando aquellas páginas en blanco, dándole un sentido y significado  a aquellas bellas letras en relieve de la cubierta de aquel libro, que feliz se sentía, pues se había realizado como transmisor de una mente, un tanto confundida, pero que tenía mucho por decir. 

Amora