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Amora

Biscuter

Biscuter

Nuestro primer coche familiar fue un biscuter, lo recuerdo con un gran cariño, era pequeñito, casi de juguete de un color azul intenso y en lugar de chapa, como los coches actuales, estaba fabricado de madera.

  

El día que lo trajo mi padre fue todo un festín, se llenó la calle de curiosos y niños, todos querían probarlo, dentro de él solo dos asientos y en la parte de atrás un banco largo (así lo veía yo pues era chiquita) de  madera, que estaba suelto, mi padre feliz nos dio una vuelta por el pueblo, delante mi madre con él, y detrás todos los chiquillos de la calle que pudimos entrar. Al ponerlo en marcha el banco se movía y griterío de alegría entre la chiquillería.

Un día, recuerdo que fuimos a la playa, largo camino entonces, y en una cuesta, la más pronunciada entre mi pueblo y la costa, el coche no podía subir, había que bajar rápidamente y con mucha habilidad, colocar una piedra en la rueda trasera, labor que desarrollaba mi hermano con toda rapidez, para que el coche no bajara la cuesta por el lugar equivocado y bajar al mismo tiempo todos a empujar.  

Cada viaje a la playa era una fiesta pues la historia de la piedra y empujar formaba parte del viaje y mis hermanos y yo nos divertíamos mucho, claro que yo empujaba menos porque era la chiquitina. 

Cuando llegábamos a la playa y comenzábamos a salir tanta gente de un coche tan pequeño, además de todos los tratos necesarios para pasar un día playero, tales como sombrilla, mesas, sillas, nevera con bebidas, comida, mucha comida, entonces había obsesión por la comida que no faltara nunca, los cubos y rastrillos para jugar en la arena, salvavidas(que eran ruedas grandes de neumáticos) y tantas cosas más, pues la gente se quedaba boquiabierta pensando como podía salir tanta gente y tanto trasto de un coche tan pequeño.  

 

Que bonitos recuerdos, la pena es que no conservamos ninguna foto de aquel biscuter, aunque la mejor fotografía está en nuestro recuerdo.   

 

Amora. 

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